Finalizamos enero aún con el turrón en la boca y ya estamos pensando en los carnavales recordando con emoción esta festividad. Por ello hemos estado hablando e investigando sobre este festejo tan sonado en Galicia desde sus comienzos.
Los carnavales comenzaron celebrándose desde hace ya más de cinco mil años por los romanos que adoraban al dios Saturno, más tarde el cristianismo tras los intentos fallidos de eliminar esta celebración, acogió esta fiesta pagana a su religión con el nombre de Carnaval permitiendo disfrutar a los feligreses de una vida licenciosa a la vez que una dieta rica en carne antes de comenzar un período de cuarenta días de abstención, conocido como Cuaresma.
Durante siglos las influencias de las tradiciones celtas aportaron a Galicia un cariz especial de Entroido, ya que nada más y nada menos siete Carnavales gallegos presumen de ser “Fiestas de interés turístico” en toda la península.
A grandes rasgos y con pequeñas diferencias, el carnaval puede comenzar en la primera semana de Febrero y finalizar en Marzo e incluso en algunos lugares privilegiados y apasionados de la jarana como en Manzaneda (Ourense), puede extenderse hasta Abril.
Sumergirse en un Entroido gallego puede traernos las más variopintas sensaciones. Obviando el color y disfraces de la multitud tenemos fiesta, jarana, jolgorio y además reuniones con amigos y familiares que traen consigo las típicas comilonas para degustación de manjares especiales de estas fechas estipuladas con gastronomía típica gallega que varía desde el muy conocido lacón con grelos, filloas, orejas y rosquillas hasta gastronomía típica de algunas comarcas como la androlla (Viana do Bolo, Ourense), bica branca (Laza, Ourense) o licor de café (Nigrán, Pontevedra).
Está todo permitido en el Entroido excepto quedarse al margen de la fiesta, así es que el que más y el que menos queda involucrado en la fiesta por las calles de los pueblos o ciudades, castigando con travesuras y maldades a aquellos que no quieren participar en la tradición festaja, como por ejemplo en Valdeorras (Ourense) dónde los chicos persiguen a las chicas que no van disfrazadas con huevos frescos para aplastarles en la cabeza.
