La Primera Guerra Mundial, también conocida como Gran Guerra, fue desarrollada principalmente en Europa entre agosto de 1914 y noviembre de 1918. Más de nueve millones de combatientes perdieron la vida durante estos actos beligerantes, una cifra extraordinaria dada la tecnología industrial y estrategias militares. Está considerado el segundo acontecimiento más mortífero encabezando la lista la Segunda Guerra Mundial.
El panorama europeo de comienzos del siglo XX se encuentra sumergido en continuas tensiones entre estados a causa de conflictos nacionalistas y rivalidades coloniales y económicas. Esta situación dio lugar al fenómeno conocido como paz armada, donde las principales potencias europeas destinan gran capital estatal a la inversión de armamento y fomento del ejército para luego formar un complejo sistema de alianzas militares y proteger sus intereses.
Las grandes potencias mundiales y militares se dividieron de este modo en dos alianzas opuestas, la Triple Alianza y la Triple Entente. Inicialmente la Triple Alianza se encuentra compuesta por Alemania, Austria-Hungría e Italia, y por otro se encuentra la Triple Entente formada por Reino Unido, Francia y Rusia.
Este ambiente de tensión explotó con el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando, heredero de la corona austriaca, por un activista serbobosnio perteneciente a la “Mano Negra”. En represalia, Austria-Hungría encontró en el atentado la justificación ideal para ajustar cuentas con Serbia y declararle la guerra. Así, el sistema de alianzas militares creado en los años precedentes entró en funcionamiento. La declaración de guerra hacia Serbia provoca que la afinidad rusa movilice sus tropas para ayudarla, Alemania declara la guerra a Rusia y su aliada Francia, y Bélgica sintiéndose amenazada en la invasión de Francia es ayudada por Reino Unido contra los alemanes.
Durante cuatro largos años se producen simultáneamente batallas sanguinarias, revoluciones nacionalistas internas en Alemania y Rusia y la intervención de Estados Unidos. Dichos acontecimientos ocasionan un debilitamiento en las líneas alemanas que forzaría la abdicación del monarca alemán y el planteo del armisticio por parte del gobierno provisional que pondría fin a la guerra con el Tratado de Versalles.